Nuestro Proyecto
Érase una vez un proyecto que surgió en junio de 2011
Una idea que yo creía única y especial – crear un lugar mágico, un lugar distinto, un lugar que gustara a
niños y adultos, donde unos y otros pudieran transportarse a un mundo de cuento al atravesar la entrada.
Un lugar donde se contarían cuentos, se harían actividades bonitas para los niños y no tan niños, donde
se celebrarían fiestas de cumpleaños, donde se respiraría la ilusión, y se celebraría esa etapa tan bonita
que es la infancia, viviendo aventuras desde la fantasía y la imaginación.
Con un cuadernito de ideas viví las primeras semanas y meses, apuntando todo lo que se me ocurría que
tendría sentido llevar a cabo. Y desde ese momento de euforia que supone tener una idea en mente y una
fuerte motivación para llevarla a cabo, para emprender, me adentré en una etapa, la del desarrollo y
puesta en marcha del proyecto, que aún recuerdo como un momento especial e irrepetible.
Os la voy a contar en este blog, y voy a rememorar con vosotros los que han sido los momentos más
importantes de nuestro espacio – La Bolsa Mágica – que algunos ya conocéis. Así dejaremos escrito lo que
ha sido la historia de un espacio que esperamos que pueda seguir con vosotros de alguna manera a lo
largo del tiempo y tocar el corazón de vuestros niños – hijos, nietos y el niño interior que muchos llevamos
aún dentro -
Hace poco leí en algún lugar que nuestros abuelos nos conectan con ese niño interior y cuando ellos
desaparecen, de repente, nos hacemos mayores de golpe. Pero hay muchos abuelos que perviven
eternamente en la memoria, como parte de lo que somos. Una parte de nosotros – esa infancia tan feliz y
mágica a su lado – se ha hecho tan grande que ya no se desprende de nosotros. Eso lo compartirán mis
hermanas y todos mis primos que participaron de cada momento de celebración que mi abuelo inventaba
para hacernos pasar momentos mágicos. Las bolsas mágicas, los paseos por el centro comercial (allí en
Guayaquil, el Policentro), regalándonos helado, palomitas, pizza, globito, juguetes y película infantil y…
sobre todo… aquellos cuentos que nos contaba, cuentos largos, eternos, únicos, creados por él con la
inspiración de todo el repertorio clásico y sus fórmulas. ¿Quieres un cuento para que te duermas o un
cuento para que te rías? Con esa pregunta empezaban momentos mágicos y cuentos larguísimos que a
veces acababan con unos ronquidos… no míos “abuelo, abuelo, ¡despierta!, ¿cómo sigue?” Tan largos y
mágicos eran los cuentos, que a mi abuelo le llegaba la hora de dormir… cuando no entraba en acción el
zapato volador o algún otro juego para hacernos reír.
(Esa conexión que tengo con Ecuador, el lugar donde emigró mi abuelo, os lo he contado alguna vez en la
newsletter, pero será parte de otra historia)
Fué mi abuelo quien constituyó una inspiración única en este proyecto. El nombre de la empresa – un
nombre que cambiaré en cuanto hay algún otro “cambio social” por realizar – “Party Piñatas, S.L.”, era
antecesor del primer nombre que quise ponerle al proyecto “PAPI’S”, pues en aquellos viajes a Ecuador
para estar con mi abuelo, que se produjeron desde los tres años, y sobre todo cuando cogí mucha pelusa
por el nacimiento en Oviedo de mi hermana, todo lo que yo oía a mis tías era “papi esto”, “papi lo otro”, y
desde entonces yo pensé que mi abuelo se llamaba “Papi” (si me lee alguien que no es de España, aquí no
estamos habituados a esa palabra, ya que siempre usamos “papá”, así que pensaba que este era su
nombre, aunque sabía que algunos le llamaban “Doctor” y otros le llamaban “Rafael”, un nombre muy
habitual en Córdoba).
En mayo de 2011 mi tía Elena, venida de Guayaquil y yo, hicimos un viaje a Córdoba para recordar a mi
abuelo. Apenas hacía un año que había fallecido y las dos estábamos llenas de pena. La idea que surgió
en junio, estuvo muy inspirada y motivada por ese deseo de celebración. Aún recuerdo cómo cruzaba las
calles con especial cuidado… “no pueden atropellarme, tengo un proyecto que realizar”… pensaba en lo
contenta que estaría cuando ese PAPI’s se transformara en rótulo… Poco a poco se fueron sumando ideas,
anotadas en esos cuadernos, … y de repente llegó ese otro nombre que pensé que sonaba mucho mejor:
“La Bolsa Mágica”. Aunque la web e imagen de las tarjetas las preparó mi amigo Lalo, así como otras
marcas previas que manejé (y también registré) el logotipo que ahora usamos lo preparé yo y se registró
en octubre de 2011.
Otra inspiración fué el mismo cumpleaños de mi
sobrina Alicia, que en junio cumplía 5 años, y
aquella pensar y querer preparar e involucrarme en
esa fiesta para que saliera bien. Por supuesto,
nuestra experiencia en fiestas era nula, sólo aquella
de saber montar los básicos de una fiesta
tradicional, pero para aquella fiesta también
preparamos los regalitos, la piñata, y el material
para el pintacaras, pues eso sabía desde que me
regalaron un manual de niña, que se me daría bien
– aún tengo buena mano con el pincel.
La última motivación fue una racha complicada en
mi empresa, donde llevaba tres meses trabajando
de 9:00 a 22:00 en un único proyecto para, apenas
sin ayuda, completar un estudio de mercado a nivel
mundial, con unas 300 páginas de investigación (un
ámbito al que yo no me dedicaba).
Ahora entiendo que, en momentos de crisis – algo que yo no vivía como lo viven los accionistas, como
ahora sé vivirlo – hay que estar preparados a hacer cualquier cosa por tener ingresos, aunque algunos nos
quememos un poquito… Estábamos a mediados del 2011, y los proyectos convencionales escaseaban en
nuestro sector.
La idea se cocía… Preparar todo esto requería tiempo. Y una de mis primeras decisiones fue preparar el
proyecto sin dejar de lado lo que era mi otra actividad profesional. Convencer a los que tenían que
apoyarme era la parte más difícil.
Os contaré cómo lo hice, en un próximo artículo: “Así surgió La Bolsa Mágica”.